De acuerdo con el Acuerdo de París para reducir las emisiones de gases invernadero y limitar el calentamiento global a un aumento debajo de los dos grados de temperatura, el mundo está esperando ver cómo los gobiernos y la industria ponen en práctica sus promesas. Pero no es necesario dejar todo en sus manos. Para aportar nuestro grano de arena a la lucha contra el calentamiento global, uno de los primeros pasos podría ser cambiar nuestra forma de alimentarnos. Una estrategia muy efectiva, especialmente si somos carnívoros. Buscar fuentes verdes de proteína es un buen comienzo. La huella de carbono de la carne que se consume en el planeta es escalofriante: un kilogramo de carne vacuna produce 27 toneladas de gases equivalentes al CO2. La carne de cordero es aún peor, produciendo 39 toneladas.
¿Qué pasaría si consumimos más legumbres en lugar de carne? Un kilogramo de lentejas, por ejemplo, produce solo 0,9 toneladas. Las legumbres son una fuente de proteína alternativa y viable para casi toda la gente en todo el mundo. “Las legumbres son una gran fuente de proteína que puede usarse en lugar de la carne para reducir la huella de carbono de cada ser humano”, explicó a DW Holly Templar, de la organización Amigos de la Tierra de Bristol, Reino Unido. “Las legumbres podrían tener un papel clave en el objetivo de reducir las emisiones de gases invernadero en la industria alimentaria”.
MUY BUENAS PARA EL PLANETA
Hace una década, las Naciones Unidas publicaron cifras que demuestran cómo la industria de la carne es responsable de producir más gases invernadero que todo el sector global del transporte. Con la decisión de promover un cambio, la ONU declaró a 2016 como el Año Internacional de las Legumbres, colocando el foco en los frijoles, habas, lentejas y toda una gran variedad de esos vegetales para mejorar la salud de las personas y la sostenibilidad medioambiental.
No solo se trata de que las legumbres dejen una huella de carbono mínima, sino que también necesitan menos agua para su cultivo. Un gramo de proteína requiere solo 19 litros de agua, mientras la misma cantidad de proteína cárnica precisa 112 litros.
Y las legumbres rinden mucha más proteína por kilómetro cuadrado, lo que significa que es posible extraer más alimento de las tierras de cultivo ya existentes, sin tener que destruir más bosques, selvas ni campos. Cultivar legumbres incluso enriquece los cultivos, ya que los agricultores pueden utilizarlas para fijar el nitrógeno, clave de la fertilidad, a los suelos. El nitrógeno también alimenta a microbios que mejoran la salud del suelo, es decir, que las legumbres propician tierras de cultivo de mayor calidad y reducen la necesidad de usar fertilizantes.
BUENO PARA LA TIERRA, BUENO PARA LA GENTE
Lo que es bueno para nuestro planeta también es bueno para nosotros. Para combatir la obesidad, las organizaciones de salud de todo el mundo recomiendan comer legumbres como parte de la dieta cotidiana. Los porotos y las lentejas son una importante fuente de hierro y fibra. Además, reducen el riesgo cardíaco y la diabetes tipo II. Como si eso fuera poco, también ayudan a controlar el colesterol.
“Actualmente están aumentando los niveles de obesidad, de diabetes tipo II y de enfermedades cardiovasculares, así como de varios tipos de cáncer. Y se ha comprobado que una dieta vegana de buena calidad puede prevenir esos males e incluso mejorar la calidad de vida de los enfermos”, dijo Jane Easton, coordinadora de cocina de la campaña vegana Viva! a DW.
Pero, ¿deberíamos abandonar del todo las proteínas animales a favor de las “súper legumbres”? La realidad es que no siempre es posible pasar de la producción de carne o lácteos al cultivo de vegetales, señaló James Small, presidente regional de la Unión de Granjeros de Gran Bretaña, en entrevista con DW. Small argumentó que la ganadería se adapta a ciertas regiones mejor que la agricultura. Y que solo si los consumidores quieren comprar más vegetales que carne, la industria se orientará hacia un cambio. “Los agricultores producen para el mercado”, dijo Small. “Si los consumidores demandan algo, los productores deberán responder a esa demanda, ya sea aquí, en Reino Unido, o a escala global”.
Las legumbres han sido un elemento básico en la dieta humana durante miles de años. Y seguirán siendo la mayor fuente de proteínas para miles de millones de personas en todo el planeta. Sin embargo, desde hace algunos años, debido a que la producción agrícola global se expandió masivamente para satisfacer el aumento de la demanda del crecimiento de la población, el cultivo de legumbres quedó atrás para dar paso a otros cultivos.
De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), entre 1961 y 2012 la producción acumulativa mundial de maíz, trigo, arroz y soja aumentó de un 200 por ciento a un 800 por ciento, mientras la de las legumbres solo creció un 59 por ciento.
Muchos de esos granos se usan para alimentar ganado, en parte porque al aumentar la salud de la población mundial, a menudo cambian las costumbres alimenticias y la dieta ya no se basa en vegetales, sino en productos cárnicos y lácteos. Con frecuencia las legumbres son vistas en los países en desarrollo como “alimento de los pobres”, y en los países industrializados parece haberse desarrollado una adicción a las comidas con carne y a los alimentos procesados. Las legumbres se asocian con un tiempo más largo de cocción y falta la inspiración para cocinar nuevas recetas. Pero es posible, con un poco de creatividad, probar nuevos platos en los que las legumbres sean el elemento principal: guisos, pasteles, postres y hasta mayonesa, sin huevo y sin colesterol. Solo hay que animarse.
Fuente: La Nación
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