Estamos acostumbrados (lamentablemente) a hablar de especies animales que se encuentran en peligro de extinción. Pero las especies vegetales pueden correr la misma suerte.
La banana, y también el plátano, aunque en su caso las posibilidades son más bajas, podrían tener los días contados. Y esto se debe, paradójicamente, a los esfuerzos humanos por producir cada vez más y más, sin tener en cuenta temporadas, estaciones y ciclos naturales. Según un estudio de la Universidad de California, tan solo 5 o 10 años podrían ser suficientes para que no quedaran más bananas en el planeta.
¿Qué es lo que amenaza a la banana?
Según explica Rob Dunn, autor del libro Nunca fuera de temporada: cómo tener la comida que queremos cuando la queremos amenaza nuestra provisión de alimentos y nuestro futuro, el 95% de la producción de bananas del mundo proviene de la variedad Cavendish.
La banana Cavendish es una de las preferidas por los consumidores y también de los productores; es grande y amarilla, deliciosa, y fácil de producir en forma masiva. Pero lo que la pone en peligro es justamente el modelo de producción: todas las bananas que se cultivan comercialmente son copias genéticas de las mejores bananas seleccionadas. Es decir, las bananas que comemos son clones. Genéticamente, son todas iguales. Eso las hace incapaces de defenderse de plagas y enfermedades.
Cuando en una especie (animal o vegetal) no hay variación genética, no existe evolución, y entonces no existe la posibilidad de adaptarse a las amenazas externas que puedan surgir. Ésa es la razón por la cual las bananas que conocemos son altamente vulnerables a ciertas infecciones de hongos a las que no pueden volverse resistentes. Si las infecciones atacaran los cultivos de banana de América Latina, que es de donde proviene casi la totalidad de las bananas del planeta, podrían exterminarlas en menos de una década.
Bananas Cavendish
El mal de Panamá
Ésta no es la primera vez que los grandes cultivos de banana del planeta se ven amenazados debido a la escasa variabilidad genética permitida por los sistemas de producción.
A finales del siglo XIX, prácticamente todas las bananas que se comercializaban en el mundo eran de una variedad llamada Gros Michel. Era mucho más cremosa y dulce que las bananas que conocemos ahora. Pero el problema era que, ya en ese momento, las compañías agricultoras elegían cultivar solo esa variedad, impidiendo la reproducción natural de los bananos que les permitiera defenderse de las enfermedades.
Fue entonces cuando el hongo Fusarium oxysporum comenzó a causar estragos en las plantaciones de Centroamérica. En las primeras décadas del XX, el hongo, que causaba lo que se denominó "enfermedad de Panamá", acabó por arrasar completamente los cultivos de esa zona.
Esa experiencia fue una de las primeras advertencias sobre el peligro que los monocultivos significan para la provisión de alimentos a la población del mundo. Pero los grandes agricultores no escucharon la advertencia de la naturaleza. No solamente volvieron a elegir una sola especie de banana (la Cavendish, que fue lo más similar alGros Michel que encontraron), sino que comenzaron a plantar ejemplares genéticamente seleccionados, todos iguales a los mejores ejemplares con los que contaban.
Monocultivo de banana Cavendish
Por algún tiempo, la banana Cavendish se mostró resistente al hongo. Pero las especies de él, libres de reproducirse de forma natural, están evolucionando y lo natural será que logren perfeccionarse hasta ser capaces de atacar a la variedad Cavendish. Las bananas, en cambio, al ser todas iguales y reproducirse de forma controlada, aunque resisten al Fusarium Oxiporum original, no son capaces de evolucionar para hacerse resistentes a una nueva cepa.
De hecho, una enfermedad fúngica llamada Sigatoka, que es causada por tres tipos de hongos, ya ha comenzado a manifestarse atacando a las bananas Cavendish, y reduce los rendimientos del banano en un 40% cada año.
Según Rob Dunn, es momento de acabar con los monocultivos ahora: aunque en el corto plazo podría reducirse la productividad, no sería nada comparado con que la banana que conocemos se extinguiera por completo.
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