De las fibras vegetales extraidas de hojas mencionaremos solo a la fibra de esparto, ya que el resto no presenta interés comercial y practicamente sus producciones se reducen a desarrollos locales.
ESPARTO
Según su tratamiento o elaboración, hay cuatro clases de esparto y tres graduaciones (1ª, 2ª y 3ª) dentro de cada una de ellas: el curado o blanco, el oreado, el cocido y el común. El esparto blanco se obtiene formando pequeños haces con el más largo y grueso y depositándolos sobre un terreno seco y firme para “solearlo” aprovechando los meses de julio y agosto en que el sol es más intenso:
“el hombre practica la operación, toma el manojo tal como lo ha dado el espartero, le quita el atador y lo tiende, abriendo completamente el manojo abriéndolo en abanico, para lo cual necesita ocupar cada manojo unos sesenta centímetros de terreno en sentido de latitud por una longitud igual a la del esparto”.
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Durante doce días ha de estar el esparto en este estado. En este día se vuelve con una varita y se deja solear otros ocho más, momento de su recogida ya perfectamente blanqueado.
Si en estos días de puesta al sol ha habido algunos con nieblas matinales, el esparto toma un color amarillento que lo hace más estimado. En caso de no haber nieblas, se suele humedecer artificialmente rociándolo con un poco de agua por las mañanas.
El esparto oreado se obtiene colocando los manojos en hiladas, la cabeza de uno sobre la cola del anterior y dejándolo al sol durante diez o doce días. Pasados éstos se recogen en haces de a diez manojos y están listos para la venta.
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Para conseguir el esparto cocido o macerado se sumerge éste en agua, corriente o estancada, durante unos quince o veinte días dependiendo de la época del año. Con esto se consigue que la sustancia gomosa que une las fibras de las hojas se disuelva dándoles más flexibilidad y resistencia. Esta operación se llama enriado. Una vez macerado se saca del agua y se expone al sol hasta su secado antes de su utilización.
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El esparto común se emplea tal como se recolecta y solo se tiene algunos días al sol para quitarle la humedad y que no se pudra cuando se almacene.
Para conseguir mayor flexibilidad y resistencia, una vez enriado y seco se machaca “colocando los manojos sobre una piedra o base dura y golpeándolos con una maza cilíndrica y pesada de hierro o madera dura”.
Esta operación se ha llegado a mecanizar y se hace con batanes y máquinas de vapor y posteriormente se pasa por un rastrillo de hierro para su cardado. Con esto se consigue despojar a las fibras de la materia leñosa y solo queda una hilaza que habrá que hilar como el cáñamo, con tornos movidos a brazo o con motores hidráulicos.
Fuente: red textil argentina, https://www.redtextilargentina.com.ar/index.php/fibras/f-produccion/235-metodos-de-produccion-de-fibras/metodos-de-produccion-de-fibras-vegetales/210-metodos-de-produccion-de-fibras-vegetales
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