Luego de alimentar ratones adultos con cuatro dietas distintas, los investigadores descubrieron que pasados seis meses, más de la mitad de aquellos que habían recibido una alimentación con niveles de azúcar similares a los de la dieta occidental habían desarrollado cáncer de mama mientras que solo un tercio de los roedores, cuya dieta consistió en almidón, sufrieron alteraciones en sus glándulas mamarias.
Por otro lado, los ratones alimentados con dos tipos diferentes de azúcar, fructosa y sacarosa (disacárido compuesto de glucosa y fructosa), fueron más propensos a que el cáncer se propagara a sus pulmones. “La fructosa está impulsando este proceso inflamatorio más que la glucosa (…) Al parecer en esta serie de experimentos es la fructosa la que conduce el proceso de formación tumoral”, explica Lorenzo Cohen, uno de los autores.
“Investigaciones anteriores han demostrado el papel del azúcar, especialmente de la glucosa y las vías metabólicas energéticas, en el desarrollo del cáncer (…) Sin embargo, la cascada inflamatoria puede ser una ruta alternativa de estudio del azúcar como partícipe en la carcinogénesis que merece más atención”, expresó el doctor Peiying Yang, coautor de la investigación.
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