Si queremos tener un jardín o una huerta sanos y libres de plagas y enfermedades hemos de comenzar por tener un suelo sano. Esta sencilla máxima, un suelo sano para un jardín sano, nos va a evitar muchos problemas y trabajos así como gastos económicos. Hemos de crear un suelo vivo que nos garantice un correcto microsistema natural.
El suelo no es una base inerte sobre la que crecen las plantas, el suelo está o debe estar formado por materiales inorgánicos y por una gran parte de materia orgánica tanto viva como en descomposición. Conseguir y mantener un suelo perfecto con todas estas características no es difícil pero exige constancia. El suelo para estar sano debe contener una mezcla equilibrada de aire, agua, nutrientes y materia orgánica.
La adición de materia orgánica de forma regular es una de las mejores acciones que podemos hacer para mantener un suelo bien sano. Añadir abono vegetal o animal al suelo le aportará una mayor capacidad para fijar los nutrienes, reponer los nutrientes perdidos por la lixivación o erosión, fomentar las colonias de microorganismos beneficiosos que ayudan a fijar los nutrientes en el suelo y mejorar la estructura del suelo.
Hay una gran disparidad de criterios sobre el hecho de arar o no la tierra. Cada postura tiene sus defensores y algunos optan por buscar el término medio. El típico arado en profundidad no es recomendable por destruir la estructura de la tierra, al fin y al cabo la capa viva y rica en humus no es demasiado gruesa. Sí parece claro que de hacer trabajos de este tipo en el suelo es preferible hacerlos en otoño.
Esta estación es la mejor para ocuparse de la salud del suelo, la caída de las hojas y un ligero arado harán que se descompogan. También podemos realizar cultivos de cobertura o abono verde para proteger y enriquecer el suelo. Además evitamos la aparición o proliferación de malas hierbas.
https://www.guiadejardineria.com/un-suelo-sano-para-un-jardin-sano/
Comentarios