¿Hay algo peor que darle el primer mordisco a una brillante y roja manzana pink lady de otoño y encontrarse adentro con un gusano?
- Sí, lo hay. Darle el primer mordisco a una brillante y roja manzana pink lady de otoño y encontrarse con medio gusano…
Foto: El Mercurio
La comida orgánica debe pasar un riguroso proceso de certificación.
Ok, puede ser un mal chiste para animar un almuerzo dominguero falto de chispa, pero sí una buena metáfora para graficar una de las claves clásicas de los alimentos orgánicos. Sobre todo cuando se trata de un consumidor principiante en estas lides. Los bichos, o los rastros de ellos en las frutas y hortalizas no son el fin del mundo. Al contrario, son la prueba viviente, valga la redundancia, de que lo que nos estamos llevando a la boca es 100% comida orgánica, es 100% libre de agroquímicos, es 100% puro y saludable.
Si la polilla se alojó en una manzana, si los pulgones caminan con gusto por su brócoli, si los caracoles se arrastran lentamente como Pedro por su casa en un ramillete de acelgas o si las chinitas corretean dentro de su lechuga, más que cara de asco, lo que deberá poner es cara de agradecimiento. De total felicidad.
Algo difícil para un chileno, acostumbrado a la prueba de la blancura de cualquier supermercado. Todo blanco, todo limpio y todo, ciertamente, silenciosamente contaminado. No nos olvidemos que en los últimos tres años el nivel de químicos detectado por la autoridad en cualquier lechuga de La Vega, de la feria de bariro y de su supermercado vecino, sobrepasa con creces la norma permitida.
Basta caminar por cualquier mercado orgánico de Europa, Estados Unidos, Canadá o Australia, donde en alimentación orgánica nos llevan una ventaja de al menos una década, para ver cómo los parroquianos abren uno a uno los choclos. Y no para ver si los granos están en perfecto estado, sino para buscar el gusano vivo caminando entre ellos. La prueba fidedigna de que lo que se están llevando a casa es justo lo que ellos quieren: orgánico.
Y como estamos en el inicio de esta aventura, bien vale la pena saber qué son los alimentos orgánicos, por qué son más saludables que los producidos por la agricultura tradicional y cuál es nuestro aporte como consumidores cuando los preferimos.
Este es el decálogo del consumidor orgánico:
1. No tienen químicos, pesticidas, fertilizantes o aditivos sintéticos.
2. Su sabor, color y aroma son de la mayor calidad: están llenos de vida.
3. Tienen muchas más vitaminas, minerales y antioxidantes que los productos convencionales.
4. Son productos cultivados generalmente por pequeños agricultores y sus familias.
5. Contribuyen con la descontaminación del agua, del aire y de la tierra.
Foto: El Mercurio
La comida orgánica debe pasar un riguroso proceso de certificación.
6. Por su calidad y compromiso con el medioambiente son la alimentación del futuro.
7. Protegen la salud del consumidor y del agricultor.
8. Son productos rigurosamente certificados, lo que asegura al consumidor una completa satisfacción.
9. La agricultura orgánica mantiene vigentes las prácticas agrícolas tradicionales.
10. Lo orgánico apoya la biodiversidad: una responsabilidad compartida desde el productor, al consumidor.
Ahora, para más información, imposible no recurrir a The Soil Association, organismo inglés que reúne agricultores, nutricionistas y todos los que tengan que ver con alimentación orgánica, el USDA, Ministerio de Agricultura de Estados Unidos, y la más precaria, pero nuestra, Agrupación de Agricultores orgánicos de Chile.
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