El camino hacia la hiper especificación de las ciencias nos ha llevado a tener una visión cada vez más estrecha y fragmentaria de lo que para una persona ”normal”, racional y dentro de la cultura occidental contemporánea podría llamar realidad. Las prácticas derivadas de esta forma de utilización de la mente nos ponen hoy en una encrucijada que a duras penas podemos imaginar si no asomamos nuestra mirada más allá de lo evidente.
La tarea que nos convoca hoy mientras navegamos vastos océanos de información tiene que ver con una posición epistemológica en boga que se denomina Holística, la cual intenta abordar una problemática específica desde una perspectiva multidisciplinaria, lo más abarcativa posible. Hoy en día, fruto del trabajo de científicos y filósofos pioneros como Rupert Sheldrake, Bruce Lipton, Dan Winter, Nassim Haramein y tantos otros, el intento de ampliar la mirada en vistas de percibir la unidad subyacente se pone de manifiesto otra vez en un rompecabezas de magnitudes estrepitosas. La realidad, si es que existe tal cosa, es que nos enfrentamos a la infinita complejidad.
Es decir que este universo multidimensional en que habitamos cuenta con múltiples dimensiones imbricadas coexistiendo en una trama cuya complejidad va mucho más allá de lo que la mente humana puede comprender.
Cuando vi fractales por primera vez danzar en la pantalla de mi computadora tuve la sensación increíble de estar observando algo que excedía muy ampliamente mi capacidad de comprensión, además de que había algo extrañamente hipnótico allí que producía en mi mente un silencio sobrecogedor, asombro y gratitud; oleadas de gratitud ante la maravilla de la que mis ojos eran testigo. Que sucede? Desde adolescente comencé a definirme como "naturalista", sin saber muy bien lo que esto significaba pero creyendo y sintiendo fuertemente que en ella (la Madre Naturaleza) se puede observar reflejada la gran sabiduría del universo, a saber: la belleza, complejidad, diversidad y nivel de interdependencia de todo lo que allí sucede… incluyéndonos a nosotros, claro. Tiempo después pude comprender que lo que había aprendido por geometría en la escuela no era más que una versión recortada y simplificada de la verdadera geometría de la Naturaleza.
Entonces descubrí que había otro tipo de geometría, la Geometría Fractal, traída a la luz por el matemático polaco Benoit Mandelbrot, quien es considerado como una de las personalidades destacadas de los últimos 50 años por su trabajo, que ha producido amplias repercusiones en el mundo de las Ciencias.
Los fractales se utilizan hoy para intentar predecir sistemas extremadamente complejos como pueden ser los comportamientos climáticos. Los fractales describen de manera mucho más acertada lo que sucede en el infinitamente complejo mundo de la naturaleza, o puesto de otra manera, en conjunto con las espirales áureas, son el lenguaje matemático que la naturaleza utiliza para desplegar su forma.
Cuando uno comienza a observar la naturaleza y apreciar la diversidad de su forma puede eventualmente encontrarse haciendo el ejercicio de comparar escalas de magnitud completamente disimiles, como pueden ser el espiral de una galaxia y el espiral que traza la estructura interna de una flor, o un Nautilus. Allí uno puede asentir con la cabeza y decir a los sabios del Antiguo Egipto: “si, como es arriba es abajo”. Uno puede observar como flamea una bandera y encontrar la similitud de este sistema complejo y dinámico encarnada en el movimiento de la ionósfera de nuestro planeta cuando es bamboleada por el viento solar. El nivel de parecido es deslumbrante. Estando en escalas de tamaño tan lejanas una de otra, su movimiento describe la misma estética.
Otro ejemplo ampliamente citado es el del núcleo de un átomo con sus protones y electrones orbitando al igual que lo hacen los planetas alrededor de una estrella en un sistema solar. La Geometría Fractal es la mejor manera de conectar el adentro con el afuera. Esa es la razón por la que la estructura de los bronquios y sus ramificaciones hasta los alveolos pulmonares se ven de la misma manera que la de un árbol ramificando hasta las hojas. El patrón de crecimiento fractal produce frondosidad, abarcando la mayor cantidad de espacio con mínima superposición (filotaxis), para recrear el mayor contacto posible entre la superficie y el entorno lindante.
La naturaleza es muy sabia, la inteligencia gobierna la forma (“Todo es Mente” Kybalión) utiliza la energía de manera austera, extremadamente eficiente. Por eso que la forma de un pino es básicamente una iteración (repetición de una función) de información sencilla repetida una y otra vez a distintas escalas para generar frondosidad. Toma una parte del pino, sostenla en frente tuyo, aléjate del pino lo suficiente como para que la escala cuadre en uno y podrás hacer lo mismo con cada parte más pequeña acercando y alejándote del pino. De que nos sirve esto? Observar la naturaleza siempre es fuente de gran inspiración. Teniendo la herramienta lingüística de poder acuñarnos el término de fractal en nuestra consciencia podremos acceder a percibir una noción de unidad en la forma a través de las distintas escalas. Para ello es menester hacer el ejercicio de salir de cualquier escala antropocéntrica, ya sea tiempo, tamaño, etc.; y ponernos en perspectiva con lo que percibimos. Algo de este poder es evocado al observar el render de un zoom en la función de Mandelbrot o el Julia Set, pintando con algoritmos de coloración suaves pero contrastantes.
Por momentos si uno se deja llevar, si uno comienza a respirar profundo, puede tener esta sensación tan placentera de disolución de límites, la sensación de estar unido en algo mucho más grande que uno, y esto mis queridos amigos es una práctica espiritual fundamental que Dan Winter bien podría nombrar como tornarse receptivo a la inclusividad armónica, o embonar. Meditar en una flor que se despliega es tornar nuestro aura a un estado capacitivo volviéndose ideal para desempacar carga (phi/phuego/esphiritu) del campo fuente (Source Field). De alguna manera esto es resonar en unidad
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