Unos siete millones de personas mueren al año –uno de cada ocho fallecimientos a nivel global– como resultado de la exposición a la contaminación del aire, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que confirma que se trata delproblema ambiental de mayor riesgo para la salud humana.
En Europa provoca más de 400.000 muertes prematuras anuales, a pesar de las mejoras de los últimos años, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). De ellas, unas 27.000 se registran en España. En realidad, nadie se muere directamente por la contaminación, sino que esta agrava enfermedades previas, como las cardiovasculares y las respiratorias y los distintos tipos de cáncer.
La limpieza del aire debería ser un objetivo principal para las autoridades sanitarias de todo el mundo.
Para ello, la primera medida es identificar a los responsables de ensuciarlo: en las ciudades se produce la exposición más importante, causada por el tráfico rodado, pero también por las actividades industriales y energéticas o las emisiones de calefacciones y cocinas en los hogares.
Las instituciones deberían ser más estrictas en los controles y los niveles legales obligatorios de
emisiones: el 22 % de los españoles respira un aire por encima de los límites legales, aunque la OMS cuadruplica este porcentaje, según recuerda Ecologistas en Acción.
Las actuaciones que pueden realizarse son muy diversas:
debe promocionarse el transporte público y otras alternativas al vehículo privado, poner en marcha zonas de bajas emisiones en las ciudades donde solo pueden transitar los sistemas de movilidad menos contaminantes, prohibir combustibles domésticos nocivos para la calidad del aire y apoyar sistemas más ecológicos, promover tecnologías limpias en las actividades industriales y energéticas y desarrollar más sistemas de medición e investigaciones científicas destinadas a solventar el problema. En este sentido, en laboratorios de todo el mundo, incluida España, se están probando diferentes compuestos destinados a luchar contra la polución.
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